Innovación para transformar el mundo
Los desafíos de la sociedad cambian con el tiempo, por lo que la industria debe innovar constantemente para encontrar nuevas soluciones.
Muchos estarán de acuerdo en que el mundo de hoy es muy diferente al mundo de 1980, cuando se fundó la Asociación Petroquímica y Química Latinoamericana (APLA). En los últimos tiempos, las continuas guerras comerciales y las tensiones geopolíticas han llevado a algunos líderes de opinión a utilizar el acrónimo "VUCA" (“volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad”, por sus siglas en inglés) para describir el estado actual de la humanidad. Irónicamente, la expresión se acuñó por primera vez en la década de 1980, lo que sugiere que, si bien el mundo puede haber cambiado significativamente desde entonces, el concepto VUCA sigue siendo relevante.
Dicho esto, no hay dudas de que el mundo de hoy es muy diferente al de la década de los 80: la población del planeta es de 7.700 millones, en comparación con los 4.400 millones de hace 40 años, y esa población vive cada vez más en entornos urbanos, consumiendo por lo tanto una creciente cantidad de materias primas y productos industriales. El mundo de hoy también es una aldea global, porque nunca habíamos estado tan conectados a través de la infraestructura de transporte. Como muestra, en 1980, la industria aeronáutica completó 10,7 millones de vuelos, pero se estima que esa cifra alcanzará los 39,4 millones de vuelos en 2019. La tecnología ha evolucionado a un ritmo asombroso, y dispositivos tan pequeños como un teléfono móvil pueden realizar tareas que habrían requerido enormes computadoras no hace mucho tiempo. Fialmente, está el cambio más importante: el planeta enfrenta enormes desafíos ambientales, que están en el corazón de las preocupaciones de la humanidad a día de hoy, en temas como el el cambio climático y la explotación de los recursos.
Tal y como se discutió durante la 39a Reunión Anual de APLA en Buenos Aires en noviembre de 2019, que culminó con una presentación sobre la innovación, muchas veces lo que impulsa la innovación son precisamente los desafíos o limitaciones que restringen los movimientos de una industria en particular. En el caso de la industria petroquímica y química, esto incluye la necesidad de reducir las emisiones de carbono a medida que el planeta se calienta; los esfuerzos para lograr una economía circular, tras el fracaso de múltiples actores para lidiar con los residuos plásticos; el uso de materias primas renovables en el proceso de manufactura, que incluso puedan capturar emisiones de carbono; y el desempeño en salud, seguridad y medio ambiente de los productos finales, entre otros desafíos.
La química está en todos los ámbitos del día a día, por lo que la innovación puede aplicarse a múltiples segmentos, desde la construcción hasta el cuidado personal, desde el envasado hasta la alimentación animal, y desde le transporte hasta la agricultura. “Hay una evolución en la tecnología para mitigar los desafíos del cambio climático", afirma Federico Alonso-Hidalgo, gerente general de Gleba, empresa dedicada a la protección de cultivos y el control de plagas. En Argentina, la industria sufrió una severa sequía en 2018 que causó pérdidas estimadas en unos 6.000 millones de dólares, y esta sequía vino seguida por inundaciones extremas a principios de 2019. “Argentina experimentó una parte del cambio climático global que sufren muchas regiones. Ahora, la producción agrícola tiene este nuevo componente de volatilidad e incertidumbre ”, explica Alonso-Hidalgo.
La creciente conciencia pública sobre los posibles efectos de los productos químicos en el medio ambiente y la salud humana, así como las regulaciones más estrictas aprobadas por las autoridades de todo el mundo, son otros ejemplos de limitaciones que requieren que los fabricantes reconsideren muchos productos. Por ejemplo, la eliminación del diclorofluoroetano, o HCFC-141b, es cada vez más común. Austral Chemicals, una empresa chilena que ha estado en el negocio desde la década de 1940, desarrolló recientemente nuevos sistemas de poliuretano basados en HFO que se espera que eliminen el uso de HCFC-141b por completo para 2020.
Christophe Jacob, director de la firma, da algunos ejemplos de cómo las empresas del sector químico deben reinventarse constantemente a través de investigación y desarrollo: “Lanzamos un conservante antimanchas de clase mundial, para tratar la madera fresca. Esta solución, aprobada por REACH y la Directiva Europea sobre Biocidas, evita que la decoloración y las esporas fúngicas provoquen una reducción irreversible del valor de la madera y un riesgo para la salud. También fuimos la primera empresa chilena en producir soluciones tales como un recubrimiento mineral sin solventes, un agente descalcificador sin fósforo, un supresor de polvo inorgánico o un agente extintor inorgánico para fuego de clase A que permite un 30% de ahorro de agua y tiempo".
UN MUNDO CARBONO NEUTRAL
En la transición hacia un mundo verde, cabe preguntarse si la industria petroquímica eventualmente perderá la parte "petro" que lleva su nombre. Por ahora, los principales actores de la industria evitan afirmar que los productos químicos de materias primas renovables reemplazarán totalmente a los petroquímicos algún día, pero lo cierto es es que la industria está dando los primeros pasos hacia el desarrollo de un mercado bioquímico. Braskem, por ejemplo, ha estado produciendo polietileno (PE) a base de caña de azúcar desde 2010 en Brasil, y abrió otra planta en 2018, también bajo su marca 'I'm Green', para producir la resina etilvinilacetato (EVA), nuevamente utilizando caña de azúcar como materia prima.
Braskem afirma que el polietileno verde es 100% reciclable, pero aparte de esto, tal vez la característica más reseñable de este producto es su papel en la reducción de las emisiones de carbono, ya que la caña de azúcar proporciona una captura significativa de CO2. “Debemos llegar a ser una sociedad carbono neutral para mantener el cambio de temperatura por debajo de 2 grados centígrados, que es el objetivo del Acuerdo de París. Por lo tanto, se necesitan soluciones que capturen CO2 de la atmósfera o que tengan un nivel muy bajo de emisiones de gases de efecto invernadero,” afirma Jorge Soto, director de desarrollo de sustentabilidad de Braskem.
Croda también está entrando en este segmento a través de una inversión en la planta de Atlas Point, en Delaware. La compañía asevera que esta es la primera planta de bioetileno construida en los Estados Unidos para la producción de óxido de etileno (EO) a base de bioetanol. Según Richard Pino, vicepresidente de Croda do Brasil, la planta proveerá la mayor gama de tensioactivos 100% biológicos del mundo. “Es un gran beneficio para nuestros clientes, ya que pueden pasar de ingredientes que contienen EO petroquímico a EO verde, lo que les abre un gran mercado”, afirma. En sus materiales informativos, Croda enfatiza que la gama "ECO" de la compañía reduce la dependencia de las materias primas fósiles y que el rendimiento del producto es "idéntico a las opciones basadas en petróleo".
Teniendo en cuenta esta evolución de la industria, ¿se convertirán los bioquímicos en el estándar del mercado en el mediano plazo? Jorge Soto, de Braskem, responde: “Los productos químicos en base a materias renovables serán parte del futuro. Es demasiado pronto para decir que este tipo de producto será la norma, pero estamos seguros de estar avanzando en la dirección correcta”.
MENOS CO2 EN EL TRANSPORTE
El cambio de enfoque hacia un mayor uso de materia prima renovable no solo se aplica al segmento petroquímico. Debido al enorme aumento en los viajes aéreos, señalado a menudo como uno de los culpables del calentamiento global, las compañías involucradas en esta industria están tratando de encontrar soluciones al problema. Airbus y Boeing han logrado reducir la proporción de emisiones de carbono por cada pasajero, mientras que las compañías involucradas en el combustible para aviones también están trabajando en reducir los volúmenes totales de CO2 que son arrojados a la atmósfera.
Con su adquisición de UOP en 2005, la empresa Honeywell se hizo con una sólida experiencia en el desarrollo de combustibles más limpios, ya que UOP había desarrollado tecnologías que finalmente condujeron a la producción de gasolina sin plomo y la adopción de los catalizadores. José Magalhães Fernandes, vicepresidente y gerente general de la división de Materiales y Tecnologías de Alto Desempeño de Honeywell en América Latina, explica un nuevo desarrollo de la compañía en el campo de los combustibles que involucra el uso de aceite vegetal hidrotratado (HVO): “A medida que el mundo avanza hacia más productos renovables, hemos desarrollado una tecnología única que puede convertir aceites vegetales y animales en un combustible renovable, que llamamos Green Diesel [para automóviles] o Green Jet Fuel [para aviones]".
Magalhães Fernandes asegura que estos productos no requieren cambios en los motores o en la infraestructura de combustible para funcionar de manera eficiente, y agrega que reducen las emisiones de efecto invernadero en más de dos tercios. "Que este combustible pueda ser usado en los aviones es un indicativo de su calidad", continúa. "United Airlines lo utiliza, y estamos en conversaciones con compañías en América Latina que están interesadas no solo en utilizar el combustible localmente, sino también en exportarlo a los mercados internacionales".
Los neumáticos son otro elemento sobre el que se pueden generar nuevos desarrollos para mejorar las emisiones de carbono. La empresa de especialidades químicas Evonik, por ejemplo, ha ideado una fórmula para crear neumáticos "verdes" a través del mayor uso de sílice precipitada. En una planta en Carolina del Sur, Estados Unidos, la compañía proveerá este producto a clientes como Michelin, Pirelli y Continental en el mercado local y, eventualmente, también en México, según Martín Toscano, director general de Evonik Industries en México.
Finalmente, si bien los productos de plástico deben asegurar su reciclado para lograr la sostenibilidad a través de la economía circular, una característica clave de estos productos es su capacidad para hacer que los vehículos sean más livianos, lo que provoca a su vez una reducción del consumo de combustible y, por lo tanto, una disminución de las emisiones de CO2.
Si aceptamos que la innovación es impulsada por desafíos y restricciones, los objetivos del Acuerdo de París deben verse como un buen marco para trabajar. En este momento, las oportunidades para innovar y reducir las emisiones de carbono parecen infinitas, y todas las partes interesadas, incluida la industria petroquímica y química, deben priorizar la búsqueda de soluciones que garanticen la viabilidad futura de nuestro planeta.