39ª Reunión Anual APLA, Buenos Aires, Noviembre 2019
Sesión Plenaria: “Escenario económico y energético regional”
"Estamos pasando de un escenario donde la demanda de petróleo crecía anualmente de 1 millón a 1,5 millones de barriles por día, a otro donde el crecimiento se está desacelerando y finalmente llegará a su tope a principios de la década de 2030. Aunque, en América Latina, el crecimiento de la demanda se desacelerará pero continuará más allá de 2050 ".
Kurt Barrow, Vicepresidente de Mercados de Petróleo Midstream & Downstream,
IHS Markit
El último espacio de la sesión plenaria estuvo dedicado a una presentación de Kurt Barrow, vicepresidente de Mercados de Petróleo Midstream y Downstream en IHS Markit, sobre cómo la transición energética afectará a las industrias petrolera y petroquímica.
Después de afirmar que ambos mercados serán "profundamente moldeados" por la transición energética, Barrow quiso recordarle a la audiencia que la transición energética no es un concepto nuevo. “Los mercados energéticos siempre están en transición: hace 10 años no teníamos petróleo de esquisto; buscábamos importar GNL a Estados Unidos; el GNL seguía siendo un negocio de punto A a punto B, sin un mercado spot; la energía solar fotovoltaica no tenía la escala comercial que tiene hoy; y toda la discusión sobre las energías renovables se enfocaba en la eólica”, señaló.
Una conversación sobre el clima
La transición actual, explicó Barrow, se centra en el cambio climático y la descarbonización de la matriz energética, lo que supone una tarea difícil. “Los operadores y las compañías financieras están bajo mucha presión para desarrollar una estrategia que aborde el cambio climático y la transición energética. La escala del desafío es enorme”, dijo, y agregó que la velocidad y la naturaleza de estos cambios varían mucho de un mercado a otro.
"Diferentes mercados se mueven a ritmos diferentes: lugares como California o Europa están buscando la electrificación e incluso el uso de hidrógeno, pero América Latina tardará algunas décadas en alcanzar esa etapa". De manera similar, continuó, el gas es muy importante como combustible de transición en muchos mercados, pero en otros “hay una tendencia a saltarse el gas y pasar directamente del petróleo y el carbón a las energías renovables".
En cuanto a América Latina, Barrow explicó que el carbón juega un papel mucho más pequeño que en otras regiones, mientras que la generación de petróleo, gas y energía hidroeléctrica son muy importantes. "En el futuro, esperamos muchas más energías renovables en el sector eléctrico, con un panorama más equilibrado, en el que el gas jugará también un papel muy relevante", agregó.
Barrow describió dos escenarios potenciales en los que puede tomar forma la transición energética hasta 2050: en el escenario de ‘Rivalidad’, el petróleo continuaría desempeñando un papel sustancial en el mercado energético, con una reducción muy leve en comparación a 2018. Por el contrario, en el escenario de 'Autonomía', el uso de petróleo disminuiría drásticamente, dando lugar al crecimiento del gas natural, las energías renovables y la biomasa.
El transporte, factor clave en la demanda
Si el uso del petróleo en la generación de energía cae dramáticamente, ¿qué impacto tendrá la transición energética sobre la demanda de petróleo? Barrow se centró en otros usuarios finales de petróleo y anticipó que la demanda para transportar bienes y personas seguirá siendo fuerte en el futuro, con tasas de crecimiento sólidas en el movimiento de automóviles, camiones, transporte marítimo y aviación. "El desafío está en cómo satisfacer estas necesidades de transporte con menores emisiones de carbono", afirmó.
Hasta ahora, la implementación de nuevas políticas se ha centrado en los vehículos ligeros, y se ha traducido en una transformación de los antiguos estándares de economía de combustible, que en mucho casos se habían implementado en la década de 1970 por razones que tenían menos que ver con el medio ambiente y el cambio climático que con la seguridad del suministro y el equilibrio de la balanza comercial.
La transformación ya se está dando y lo que vemos son tecnologías más complejas, relató Barrow, como automóviles micro-híbridos, híbridos, híbridos enchufables, eléctricos a batería, etc. “Para 2050, esperamos que uno de cada cuatro kilómetros a nivel mundial sea realizado por un coche eléctrico. Este proceso será liderado por Estados Unidos, China y Europa; en América Latina, no se dará tanto este desarrollo”, dijo.
Por otro lado, las regulaciones sobre economía de combustible que afectan el transporte comercial son bastante recientes, explicó, en un proceso que inició Japón y fue seguido por China, Estados Unidos y Europa. "Incluso en los Estados Unidos, la regulación recién ha comenzado a entrar en vigencia, por lo que solo ahora estamos empezando a ver cambios en el comportamiento de las personas", aseveró.
Lo cierto es que, además de los vehículos ligeros y los cambiones, la implementación de políticas sobre estándares de combustible ya está alcanzando a otros segmentos. "En el futuro, vamos a ver más regulaciones sobre los estándares de transporte marítimo y áereo", dijo Barrow. Lo interesante aquí es que, además de las nuevas regulaciones que afectan la calidad del combustible, como la IMO 2020, las industrias de transporte marítimo y aéreo tienen una gran oportunidad para reducir las emisiones mediante la introducción de nuevas tecnologías y mejoras en la eficiencia: "Hay mejoras operativas en términos de cómo programamos las rutas de embarcaciones y aviones, y hay un gran espacio de mejora, particularmente en el transporte marítimo, para optimizar la economía de combustible gracias a sistemas de propulsión y tecnologías para el flujo del agua alrededor del barco".
El futuro del petróleo
A largo plazo, las implicaciones de los cambios tecnológicos son profundas para el mercado del petróleo. De hecho, recordó Barrow, estamos pasando de un mundo donde la demanda de petróleo crecía de 1 a 1,5 millones de barriles por día cada año a un mundo donde el crecimiento se está desacelerando y finalmente llegará a un tope –e incluso disminuirá– a principios de la década de 2030, aunque eso varía ampliamente de región a región: "En América Latina, el crecimiento de la demanda se desacelerará pero continuará más allá de 2050", dijo.
En este momento de transición, las grandes compañías petroleras globales (IOCs, por sus siglas en inglés) y las grandes petroleras estatales (NOCs) deben adaptarse. Si el motor de combustión interna finalmente desaparece, esto tendrá un impacto en las refinerías. “La mayoría de las refinerías se construyeron para producir combustibles para el transporte. En los últimos años, el foco en los combustibles está dejando paso a una nueva estrategia basada en la producción de materias primas para la petroquímica”. En otras palabras, “lo que impulsa las estrategias de las IOCs y las NOCs es la transformación del petróleo a la química”.
La expectativa de IHS Markit es que estos grandes actores petroleros dedicarán cada vez más producto a la industria petroquímica; de hecho, la firma espera que para 2024, todas las principales petroleras, a excepción de BP, habrán aumentado su grado de integración entre las actividades petroleras y las petroquímicas.
La dinámica de oferta y precios
Barrow cerró su presentación con un análisis de la oferta actual y la dinámica de los precios del petróleo, cuyo comportamiento siempre es difícil de predecir. Señaló a Arabia Saudí, Rusia y Estados Unidos como los jugadores con mayor influencia de la industria, y resaltó una particularidad de la industria estadounidense: su alta reactividad al precio del petróleo. “Cuando los precios del petróleo suben, los productores estadounidenses perforan más e invierten más. Cuando los precios del petróleo bajan, perforan menos y gastan menos ”, explicó.
Curiosamente, esto es exactamente lo contrario de lo que hacen los productores de la OPEP, que reducen la producción para intentar impulsar el precio del petróleo. “En 2019 y 2020, la oferta de petróleo es mayor que la demanda, por lo que la OPEP se encuentra ante una disyuntiva difícil: si reducen la oferta lo suficiente como para aumentar los precios a US$ 70 por barril o más, eso estimulará la producción de Estados Unidos y creará más competencia. Es exactamente lo que estamos viendo hoy”, concluyó.