El desafío de la economía circular
En el contexto actual, solventar el problema de los desechos plásticos es una tarea que debe acometerse cuanto antes
El incremento de la población global, junto con el desarrollo de las ciudades y el crecimiento de las clases medias, han dado un enorme impulso a la industria del plástico. De acuerdo a Plastic Change, una organización danesa enfocada en el problema de la contaminación por plástico, la producción de este material ha aumentado de 15 millones de toneladas en 1964 a 311 millones de toneladas en 2014. Se espera que esta cifra se duplique en los próximos 20 años. Además, de acuerdo a la organización, los residuos plásticos en los océanos se duplicarán en 10 años y, si no se toman medidas, en 2050 podría haber tanto plástico como pescado, si se toma el peso como referente.
Ante esta situación, la solución pasa por varios factores, entre ellos un marco regulatorio más estricto, el desarrollo de infraestructura adecuada y procesos de gestión de reciclaje, educación a todos los niveles de la sociedad, y un empuje de innovación por parte de la industria, que asegure que los productos se pueden reutilizar y reciclar con facilidad.
De todos estos componentes, quizá los gobiernos tengan en sus manos la llave para impulsar el cambio a todo nivel, desde la industria a los consumidores, aunque esto debe hacerse con cuidado: las regulaciones deben redactarse de manera exhaustiva, y deben ir acompañadas de las medidas educativas, financieras, de cumplimiento y de infraestructura para que no queden en papel mojado y puedan ser sustentables en el tiempo.
Dicho esto, las iniciativas de la industria también pueden lograr un gran impacto, con el liderazgo de los grandes jugadores. En Australia, por ejemplo, la decisión de dos grandes cadenas de supermercados de dejar de ofrecer gratuitamente bolsas de plástico de un solo uso ha prevenido la introducción de 1.5 millones de bolsas al medio ambiente en tan solo unos meses.
Enrique Flaiban, gerente general de Petrocuyo, un importante productor de la industria petroquímica Argentina, afirma que no se puede alcanzar una solución si no se da un esfuerzo conjunto: “Participamos muy activamente en Ecoplas, una organización que provee información sobre la necesidad de reciclar. Es un gran esfuerzo, porque en Argentina no hay una gran cultura de reciclaje. Damos nuestro apoyo a algunas cooperativas de reciclaje a través de la donación de material defectuoso, pero la legislación en Argentina no ayuda. En Buenos Aires, por ejemplo, no hay separación de residuos”.
En Colombia, la asociación local Acoplásticos también está involucrada en amplias iniciativas para fomentar una mayor cultura del reciclaje, que incluyen su campaña ‘Dale vida al plástico’. Daniel Mitchell, presidente de Acoplásticos, menciona también la responsabilidad compartida de la industria y los diferentes gobiernos: “Desde la etapa de diseño, los productos deben ser reciclables y ambientalmente sustentables. Por su parte, las autoridades deben hacer un recojo selectivo de los desechos, y los recicladores informales deben organizarse para mejorar su actividad”.
Entre tanto, la Asociación Brasileña de la Industria Química (Abiquim) está poniendo gran énfasis en la educación, en trabajo conjunto con Plastivida, una organización que trata los aspectos ambientales y sociales del plástico, y que lleva a cabo numerosos programas en las escuelas: “Por encima de todo, creemos que lo más importante en este ámbito es la educación. Las personas bien educadas no van a contaminar los océanos,”, afirma Fernando Figueiredo, presidente ejecutivo de Abiquim.
LA INNOVACIÓN ES LA RESPUESTA
Sin duda, cerrar el círculo de los procesos es un desafío enorme. Si bien la prohibición de plásticos de un solo uso puede tener algunos impactos no previstos, la tendencia hacia ello parece sólida, de modo que las partes afectadas deben adaptarse y evaluar cómo pueden contribuir al cambio. En México, por ejemplo, ya hay iniciativas regulatorias en 26 de los 32 estados para prohibir el uso de bolsas, embalajes y popotes (sorbetes) de plástico.
De acuerdo a Miguel Benedetto, director general de la Asociación Nacional de la Industria Química de México, la industria ya viene tomando iniciativas voluntarias para reducir los desechos en toda la cadena de valor, con tres compromisos adquiridos recientemente.
“El primero es llegar a la meta de cero pellets a lo largo de toda la cadena productiva al 2020; segundo, al 2030 el 100% de los envases y embalajes de las industrias de resinas deberán ser reciclados o reciclables; y al 2040 tendremos que trabajar con los transformadores y las empresas de retail para que el 100% de los envases plásticos que se produzcan en México sean reciclados o reciclables,” explica Benedetto.
De este modo, los grandes jugadores del sector petroquímico deben convertirse en agentes de cambio para promover el reciclaje e impedir que los desechos plásticos lleguen a los océanos. “La economía circular es particularmente relevante para el plástico por sus condiciones únicas para el reciclaje y porque su ciclo de vida es muy largo”, afirma Jim Seward, vicepresidente de Tecnología, Sustentabilidad, O&P y Empresas Conjuntas de LyondellBasell. “Nuestra visión es que, después de su uso, los plásticos no deberían convertirse en desechos, sino que deberían ser vistos como materia prima para nuevas aplicaciones”, añade.
Por ello, las empresas ya están trabajando en dos frentes principales: el reciclaje mecánico tradicional, y el (más complejo) reciclaje molecular o químico, que es visto como la solución de largo aliento al problema, siempre y cuando pueda llevarse a cabo de forma económica y a escala industrial.
Fabiana Quiroga, directora de Reciclaje y de la plataforma Wecycle en Braskem, explica que debe mejorarse la manera como se lleva a cabo el reciclaje mecánico: “En Braskem nos enfocamos en la eliminación de las barreras que dificultan el uso de materiales reciclados para ciertas aplicaciones. Por ejemplo, hemos lanzado un concurso para buscar una solución al problema del olor en el plástico reciclado”.
LyondellBasell también está trabajando en el reciclaje mecánico, y de hecho recientemente ha realizado una importante inversión en Europa junto con el especialista en gestión de residuos SUEZ, en la empresa conjunta Quality Circular Polymers (QCP). Ubicada en los Países Bajos, la planta de QCP puede producir 30,000 toneladas anuales de polipropileno y polietileno de alta densidad, a partir de residuos de consumo. “LyondellBasell ha añadido los productos de QCP a su portafolio existente de materiales de PE y PP para satisfacer la creciente demanda”, dice Seward.
Por otro lado, está la opción del reciclaje químico, y en este campo LyondellBasell se ha unido al Instituto de Tecnología de Karlsruhe en Alemania. “Este desarrollo es más a largo plazo, pero podría ser una solución fantástica para lograr una economía circular más sustentable en torno al plástico”, subraya Bob Patel, CEO de LyondellBasell.
Con esta iniciativa, LyondellBasell busca desarrollar una nueva tecnología de proceso para convertir residuos plásticos en materia prima, que pueda ser reutilizada en procesos de polimerización. “La ventaja adicional del reciclaje químico es su capacidad para manejar materiales plásticos de composición mixta y múltiples capas, que no pueden ser procesados fácilmente en el reciclaje mecánico”, explica Seward. Por supuesto, queda por ver si este proceso puede llevarse a cabo de manera económica. La compañía es aún prudente al respecto, aunque Seward reconoce que llegar a ello es el objetivo claro del programa de investigación.